Un amigo para toda la vida

El libro es un objeto que capta la atención de grandes y chicos. Es un mundo que se despliega ante nuestros ojos y el resto de los sentidos, es un amigo nuevo que al principio, como ocurre muy a menudo, cuesta entablar la relación.

Columna de opinión

El libro es un objeto que capta la atención de grandes y de chicos. Es un mundo que se despliega ante nuestros ojos y el resto de los sentidos, es un amigo nuevo con el que al principio, como ocurre muy a menudo, cuesta entablar una relación. Conocerse lleva tiempo, paciencia y, sobre todo, motivación. En la etapa preescolar, o también previo a que esta comience, los niños son tentados por sus mayores mediante el relato de cuentos antes de irse a dormir. Una especie de ritual inquebrantable (por fortuna) que toda persona adulta recuerda con mucha calidez: ese momento clave en el que escuchó por primera vez un relato, en el que se desplegaba y ponía en marcha toda su imaginación. El orador, que podía ser mamá o papá, un abuelo o abuela y hasta algún hermano mayor, tomaba las riendas de una misión difícil para con los pequeños: bajar sus revoluciones en la noche. El día se acaba y la actuación y declamación en el cuarto de los enanos ocupan el rol central. Es allí donde el bichito lector comienza a nacer y a forjarse, mediante la escucha.

Al día siguiente del suceso, seguramente habrá más entusiasmo por aprender sobre una nueva historia, y así sucesivamente.

Gracias a la existencia del libro, existen, a su vez, amantes de la lectura, de sus complejidades y virtudes, de su lógica. Si le regalamos un libro a un niño (con el incentivo de la lectura nocturna a viva voz ya incorporada en su diario vivir) estaremos contribuyendo a que sea curioso sobre el mundo que habita, tanto él o ella como sus pares. Descubrirá, así, sus intereses, las cosas que no le gustan tanto, las que desconoce pero que, de todas formas, también tienen vida, y lo fundamental es que lo hará por voluntad propia.

Es muy común escuchar en expresiones callejeras “los niños de ahora no leen”, “no se les enseña en la casa a leer”, “hay muchas tablets”. Es cierto, es el avance inevitable de nuestras relaciones con los objetos y de sus conexiones con generaciones anteriores a la de un nativo digital. Pero van por carriles distintos y, sin embargo, no tanto. Ese ser que exterioriza una disconformidad en lo que a hábitos infantiles respecta seguro tuvo que aprender “a prepo” a leer, o adquirió el gusto de grande, o, quizás, nunca le gustó leer de verdad, pero lo tuvo que hacer. Por lo general nos resistimos a hacer las cosas que hay que hacer, nos colocamos en la vereda de enfrente para observarlas y buscarles un  motivo.

Créanme que el libro es el mejor amigo de cualquiera que esté dispuesto a dejarse asombrar por lo real y a emocionarse por la mera posibilidad de algo fantástico.

Si hablamos de libros, hablamos de palabras, y si hablamos de palabras, estamos hablando del lenguaje. “El lenguaje refleja nuestra existencia, nuestra historia, nuestras esperanzas. El lenguaje es un espejo de cómo somos. Cuando somos conscientes de nuestras palabras nos damos cuenta de que no vemos el mundo tal y como es, sino tal y como hablamos”, opina Luis Castellanos, escritor del libro La ciencia del lenguaje positivo, en el artículo “Castigar con silencio es más peligroso que con palabras. Y se hereda de padres a hijos”.

Donde este objeto —que podríamos definir como una reliquia— adquiere un protagonismo especial es en la conocida Feria del Libro Infantil y Juvenil. Desde hace 39 años se lleva a cabo todos los años, en Montevideo, de manera ininterrumpida la Feria Internacional del Libro. Y solo desde hace 17 años (desde el 2000), la Cámara Uruguaya del Libro ideó una celebración para los más chicos del hogar. Tiene la característica de ser una feria en la que, como siempre que hay libros, grandes y chicos disfrutan de las actividades, de la compra de algún ejemplar, de su clásica hojeada —acción de entretenerse y perder la noción del tiempo y el espacio reales mediante la lectura—, aunque sin realizar un desembolso monetario. Nos quedamos con la sensación de que eso que leímos fue suficiente. Si logra despertar algo en nosotros, ese es el próximo libro a tener en cuenta. Sea para regalar o regalarse, ya el acto mismo de sostener en las dos manos este preciado y valioso material, lleno de imágenes, personajes, tramas y tanto más, habla de un chip interno que decidimos portar.

Y de cómo, a pesar de la evolución digital, se sigue y seguirá eligiendo al auténtico, ese que se puede sentir y oler, y que vale la pena tomarse un tiempo para recorrer. Un libro es salir y volver a casa renovado, crecido; totalmente gratis.

Compartimos con ustedes el calendario de la 17a Feria del Libro Infantil y Juvenil, a desarrollarse en el Atrio de la Intendencia de Montevideo, hasta el domingo 11 de junio.

http://www.camaradellibro.com.uy/17a-feria-del-libro-infantil-juvenil-2017-programa-actividades/

Texto: Catalina Saibene

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