El secreto y el silencio, durante años, amordazaron la historia de los afrouruguayos de nuestra ciudad, de nuestros barrios. Ocultaron bajo los escombros desalojos forzados, realojos indencentes, desmantelamientos culturales, desarraigos emocionales de ochocientas personas.
En diciembre de 1978 y enero de 1979, el terrorismo de Estado llevó adelante dos desalojos en el conventillo de Medio Mundo y en el barrio Reus al Sur de Montevideo. Tiraron abajo dos comunidades, pisotearon sus derechos y desmantelaron sus vidas y redes sociales enviándolas a barrios alejados de su cotidianeidad.
Estas comunidades fueron arrancadas de sus hogares y llevadas a diferentes lugares provisorios y precarios desde los que se vieron obligadas a reconstruir y reconstruirse. La promesa del realojo decente quedó, también, escondida bajo el manto denso de la impunidad.
Las historias, que llevan desde entonces, tardaron años en ver la luz, demoraron décadas en salir de la herida profunda que provocaron estos hechos. Se necesitaron muchos encuentros y el trabajo tenaz de mujeres que se pusieron al hombro la empresa de hurgar en los recuerdos dolorosos de sus infancias y adolescencias para reclamar justicia y reparación integral de la comunidad afrouruguaya.
La tarde del sábado 28 de mayo, las hojas caídas de los plátanos de Av. de las Instrucciones oficiaron de alfombra a los tambores que abrieron la muestra “Biografías ocultas de Montevideo al Sur”. Chico, piano y repique resonaron en todes les que estábamos en la entrada del Museo de la Memoria esa tarde gris y fría. El silencio de más de cuarenta años era apagado por la cuerda. En la escalinata, esperaban, estoicas y relucientes, las organizadoras y alma mater de la muestra.
Cuando los tambores callaron, la voz de Ángela Álvez caló hondo desde la puerta del museo. El silencio, esta vez, fue para que la verdad tomara cada rincón del lugar.
La sala dispuesta para transmisión del documental “Volver a mi barrio” realizado por Leticia Rodríguez Taborda, quedó chica. Apretades y ansioses estábamos algunes de les que fuimos al museo. Otres, afuera, recorrían la muestra de documentos y fotografías que se montó en el sótano del lugar.
El documental nos abrió la puerta a testimonios de algunes damnificades de esos hechos. Nos contaron cómo vivieron esas madrugadas de desalojos, cómo vieron caer abajo sus vidas y cómo hicieron para intentar reconstruirlas. Las fotografías, que acompañan las declaraciones, dan cuenta de la felicidad y la mancomunidad que allí reinaba. Ojos llenos de lágrimas, voces quebradas y sentencias categóricas quedaron ululando en la sala cuando el documental terminó.
El micrófono quedó abierto. Otras voces se unieron. “Al otro día, al salir de la escuela, vi cómo tiraban abajo mi casa. Con cada golpe, se derrumbaban mis recuerdos”. Era tan solo una niña que vio hecha escombros su memoria. “Nos quitaron todo, pero quedaron las huellas de nuestros juegos en las calles”. Esas huellas que no se pueden borrar, que los escombros no pueden tapar, que el silencio no puede callar.
Hoy piden, pedimos, “Memoria y reparación integral de la comunidad afrouruguaya en tiempos de terrorismo de Estado: en particular, de las familias desplazadas forzosamente del conventillo Medio Mundo y el barrio Reus al Sur (Ansina)” (Imprenta Rojo SRL: Montevideo, Uruguay. Disponible aquí.).
Hoy seguimos pidiendo verdad, justicia y nunca más.
Texto: Pao Melgar
Fotos: Valeria Amaro, Mariana Tenenbaum y Pao Melgar