La herramienta es el sentimiento

La hechicera sonora Patti Smith se presentó en Montevideo, citó a Lautremont y confirmó que el arte salva.

La rambla de Parque Rodó estaba llena de gente y sin una nube en el cielo. La brisa costera bañaba al Teatro de Verano y a toda la fanaticada que esperaba la salida al escenario de Patti Smith . La previa del esperado recital estuvo a cargo de un objeto único del arte vernáculo: Pedro Dalton, mano a mano con Luciano Supervielle. “Pedro Dalton con un montón de ojos en la cabeza” fue el nombre formal del espectáculo en que Dalton se posicionó como la musa atemporal de Baudelaire, con las poesías como puñales en la espalda. La birome, el néctar, el alma; todo sirve como material de trabajo para el cantante de Buenos Muchachos y Chillan las bestias. Supervielle, a cargo de la ambientación sonora, confirmó, una noche más, su destreza frente a las teclas. Conformaron un dúo atípico para una noche igual de especial.

“Esta es para las chicas”, dijo Patti en su primer vínculo con el público; sonaba “Redondo Beach” y sus brazos comenzaban a tener vida propia. Bruja sónica, la banda ejecuta rock y sus manos pueden ser mariposas o piedras, dependiendo del mensaje. “Estemos unidos frente a la extrema derecha, como personas debemos dar una pelea mundial”, sostiene Patti y la tribuna explota en aplausos; suena “Ghost Dance” y la mítica poeta arenga con mucha energía. A su izquierda estaba Lenny Kaye, socio sonoro de la señora hace muchos años, quien con prestancia y sobriedad ejecuta las seis cuerdas. Una base ajustada conformada por bajo y batería dejan espacio para la joya de la banda, el tecladista/violero que tuvo su momento de héroe con el instrumento de seis cuerdas.

Representante máxima del encuentro entre rock y las letras, Patti dedicó un momento de la noche para recitar al oriental Conde de Lautréamont. “La poesía está en todos”, reprodujo generando la referencia menos obvia sobre Uruguay. Esa elección marca la personalidad de la nacida en Illinois, un ser artístico por definición. Una mujer de 72 años que transmite una fuerza que interpela a cualquier ser de menor edad. Energía en el canto, en el baile y en las palabras elegidas para comunicarse con el público. “En el mundo los niños están marchando por el planeta”, cuenta Patti, y describe que en Amazonia, Siberia o California está llegando el infierno. Con su larga melena suelta grita que es tiempo de despertar y la banda ejecuta “Beds Are Burning”, de los australianos Midnight Oil. 

Pantalón negro y chaleco negros y remera blanca. Eso es Patti Smith, urgencia con simpleza, un cúmulo de humildad en un cuerpo con múltiples historias. Uno de los mejores momentos de la velada estuvo con la canción “Southern Cross”, en palabras de Patti, una canción para los desaparecidos, que contó con una destacada actuación de las guitarras. Si hubo atención a la escucha del tema se pudo encontrar la veta climática de los Buenos Muchachos, así como también algo del juego que Rubber Soul, de los Beatles, pudo mostrar en 1965. Una pieza sonora de belleza total, una clase de rocanrol; hagan fila que llegó Patti Smith.

“Levanten las manos, miren sus manos, sientan la sangre, recuerden que son libres”, habla Patti y la poesía parece ser la respuesta a todo, ese machete que nos ayuda en la tupida penumbra de la desesperanza. Mientras suena “Free Money”, la señora lanza un escupitajo y la lectura punk del hecho se hace presente al instante. Sin embargo, la flema fue más por una necesidad biológica por el canto que por una actitud desafiante. Para cuando termina la canción se concluye que más revolucionario que expectorar es pedir a viva voz un mundo con dinero libre. Patti deja el escenario y su socio Kaye toma la voz para anunciar que lo próximo que sonará es una canción para el cannabis. Segunda versión de la noche con “I’m Free”, de los Rolling Stones, que contó con un mezcla de la famosa “Walk on the Wild Side”, de Lou Reed. 

Para cuando llegaron los recordados coros de la canción de Reed, Patti estaba de nuevo en el escenario con un retoque estético. La melena suelta no corrió más y ahora dos grandes trenzas le bajaban por los hombros mientras ella hacía de corista. El cierre de la gran noche inició con el éxito “Because the Night”, dedicada a su difunto marido, Sonic Smith, violero de MC5. El aura de Jim Morrison se presentó con “Gloria” y el Teatro de Verano entró en zonas de turbulencias emocionales. Si bien la canción crece desde el pie, para cuando estalla los 5000 espectadores están en una fiesta popular gestada en el CBGB pero que se goza en el Ramón Collazo. “Es un momento crucial en el mundo, no olviden divertirse”, así cerró Patti Smith su visita histórica a Uruguay, ejecutando “People Have the Power”, con su banda.

Las expectativas del público quedaron de lado frente a la fuerza de la canción temeraria que Patti Smith proclamó en Montevideo. La autora del mítico larga duración Horses mostró que el compromiso de los cuerpos puede ser la llave para transitar el mundo y las distintas problemáticas históricas, ambientales y espirituales existentes. Su cuerpo se ha cansado de abrir cofres con tesoros que supieron estar cerrados, su arte corre por el camino del vigor cuando las personas la eligen cada día. Mientras tanto, aún hay parte del público afectado hasta la médula por la celebración de la historia viva que significó Patti Smith en Montevideo, quizá nunca se recuperen.

Texto: Sebastián Penni

Foto: Robert Mapplethorpe

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