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Hablar en partes

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HABLAR EN PARTES

Era sábado de mañana, y salía apurada de mi casa para ir a la radio. Hacía varias semanas no iba al programa y no quería llegar tarde. Abrí el portón rápidamente y entonces encontré en la vereda dos bolsas tiradas. Una era transparente y tenía pan, la otra bolsa, más grande y a medio abrir, me desordenó mucho la mirada.

Pensé en levantarla y tirarla en el contenedor. “Es basura, como siempre la dejan tirada” pensé. De hecho, lo dije en voz alta y mi vecina que hablaba con alguien por teléfono, no escuchó mi propuesta.

Me dijo “no toques esa bolsa que ya vienen para acá”. La verdad es que no entendí su respuesta, pero como muchas veces la convivencia vecinal me ha enseñado que las palabras no siempre tienen entendimiento, dejé que corriera la intención y seguí mi camino.

Estaba apurada, ya lo dije, así que dejé la bolsa ahí. Ni siquiera me acerqué a mirarla en detalle. Seguí caminando. Llegué a la parada del ómnibus, y me fui.

Varias horas más tarde entendí que mi pensamiento lineal me había dado el mensaje correcto de quién lo pensó antes que yo: “Es basura, como siempre, la dejan tirada”.

El titular en la noche decía: “Hallaron en una bolsa partes del cuerpo de una mujer descuartizada en el barrio Peñarol”

Entonces quiero hablar del cuerpo. De las partes, de lo entero, de los cortes, de las maneras en las que nos matan los cuerpos. Quiero hablar de que era una mujer. De que soy una mujer. De que vivo con dos pequeñas mujeres. De que no me reconozco vulnerable pero hoy, alguien me lo hizo sentir en las entrañas.

Llegó la noche…. Encendí velas. Por esa piba que no sé quién es, que no sé qué le pasó ni quién hizo que eso le pasara. Pero era una mujer como yo y que seguro, seguro, seguro, no merecía ese final…

Porque cortarnos en pedazos y tirarnos a una boca de tormenta en una bolsa de comida de perro, es un acto más que macabro…. es la señal fuerte de que muy pero muy cerca, hay seres que ya dejaron de ser humanos…

HABLAR DE MENSAJES

Guille, mi hermano, es casi siempre mi cable de pensamiento. Mientras conversamos nos resuena desmembrar, código mafioso, nos resuena mensaje de miedo.

Yo le digo, hay muchas audiencias para este mensaje. Quizá el “planner” de este mensaje está sentado definiendo a quién más matar. Quizá el “rating” de este espectáculo no se mide en miles de personas, se mide en miles de movimientos que se dejaron de hacer. Quizá se mide en cientos de pasos de parejas de la mano que pasaban por la puerta de mi casa rumbo a la feria. Quizá se mide en decenas de carritos de feria, de esos de metal que las vecinas llevan los domingos a la esquina donde el verdulero arma su puesto.

Lo que me pasa con el mensaje, es que mi barrio hoy, un domingo, está desierto…

Yo no te voy a explicar y no me voy a explicar la ciencia metodológica de este mensaje. O mejor si, porque sabemos que la tiene: todos los elementos del sistema se pueden identificar: el emisor, el receptor, el canal y el código. Pensalo.

Mi barrio hoy lo está pensando. Lo sé, sé que en todas las casas de mi barrio estamos conversando sobre esa piba, perdón, sobre la bolsa donde estaban las partes de esa piba.

La piba, ya no forma parte de la trama. Eso es lo más triste de todo. La piba ERA el mensaje.

HABLAR DE LOS CUERPOS

Imperceptible sin duda, es mi opinión. No resiste análisis mi sensación de angustia. A ningún parte policial le interesa mi sensación de tristeza por esa piba que ni siquiera conocí. A ningún policía forense le preocupa la muerte súbita de la armonía de mi barrio. A ninguna banda narco le quita el sueño mi sentencia sobre las des humanización que, claramente, están instalando de manera quirúrgicamente planeada.

Soy mujer, madre soltera, activista social, comunicadora, soy algunas cosas más pero hoy, soy sobretodo vulnerablemente consciente de mi tan pequeña capacidad de transformar. Es eso lo que me revela indignación. Entiendo, comprendo, integro, por primera vez en muchísimo tiempo lo delgada que es la línea hacia la desolación.

Y quiero resistir. Y entiendo que es resistir el camino. Que hay más pibas y que todavía se pueden salvar. Que hay más pibes y todavía se pueden salvar. Que no depende de mí pero depende mucho también de mí. Que no nos podemos rendir, y que esto… es el comienzo de algo, pero sobre todo, esto aún no es el final de nada.

Que los cuerpos no se sigan cortando quizá depende de que podamos juntar nuevos cuerpos vivos para seguir resistiendo.

Texto: Marianela Fernández Villa

Foto: Archivo Pedal

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