Hace 50 años era asesinado por las fuerzas represivas del Estado el primero de varios estudiantes. El 12 de agosto de 1968, cerca de la Facultad de Veterinaria, la policía hería de muerte a Líber Arce, estudiante de odontología de 19 años. Dos días después, el 14 de agosto, murió en el Hospital de Clínicas. Al día siguiente, cerca de 200.000 personas marchaban con el féretro desde la explanada de la Universidad de la República (Udelar) hasta el cementerio del Buceo.
Este hecho forma parte de la memoria colectiva gracias a la continua lucha de los movimientos estudiantiles. Cada 14 de agosto, año tras año, la marcha por los mártires estudiantiles congrega a miles de estudiantes y se nutre de las nuevas demandas. Este año el 6% + 1% del PBI ocupó las consignas, en reclamo por mayor presupuesto para la educación pública, la investigación y el desarrollo. El recorrido de la movilización fue desde la explanada de la Udelar hasta la plaza 1º de Mayo, pasando por el Ministerio de Economía y Finanzas.
La marcha fue encabezada por las generaciones más jóvenes, estudiantes de Secundaria y UTU, y con ellos marchó la memoria de la memoria de Susana Pintos, estudiante del Instituto de Enseñanza de la Construcción (IEC), asesinada en 1968; Manuel Ramos Filippini y Julio Spósito, estudiantes del liceo IAVA, asesinados en 1971; Heber Nieto, estudiante de la IEC, asesinado en 1971; Santiago Rodríguez Muela, estudiante del liceo nº 8 asesinado en 1972 y Walter Medina, estudiante del liceo nº 17 asesinado en 1973.
Detrás fueron los gremios de la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU), y entre ellos la vivas ideas de Hugo De Los Santos, estudiante de Ciencias Económicas asesinado en 1968; Jorge Salerno, estudiante de Agronomía asesinado en 1969; Ibero Gutiérrez, estudiante de Humanidades asesinado en 1972; Joaquín Kluver, estudiante de Agronomía asesinado en 1972; Ramón Peré, estudiante de Veterinaria asesinado en 1973, y Nibia Sabalsagaray, estudiante del Instituto de Profesores Artigas (IPA) asesinada en 1974.
Todos los años puede leerse en las pancartas: “El que murió peleando vive en cada compañero” y recuerda que son muchas la ideas vivas, que son 13 los estudiantes asesinados por luchar entre los años 1968 y 1974 y que sus voces aún están exigiendo dignidad para la educación pública.
Es una marcha joven, históricamente joven. Se nota en su andar. Transitan la principal avenida de la ciudad haciendo sonar bombos, cantando canciones históricas del movimiento de estudiantes y actualizando los ritmos con alguna cumbia villera. Es una movilización llena de energía donde cada tanto se escucha: “Hay que agitar, hay que agitar, es una marcha no un desfile militar”. Es una marcha política y cuestionadora que le pregunta al gobierno en sus canciones si es de izquierda o es neoliberal. Es una marcha anti represión que con un bombo marcando el tiempo entona “encontré la solución al problema del presupuesto, le sacamos a los milicos y le damos a los maestros”.
Es una marcha llena de vida. Es el mejor homenaje. Son los mártires presentes entonando las reivindicaciones de hoy. Es el presente de un tiempo circular que aúna el pasado y el futuro.
Texto: Manuel Viera y Valentina Machado
Fotos: Fanny Rudnitzky, Mariana Tenenbaum y Valeria Amaro