El sábado 4 de enero el colectivo Rebeldía Organizada llevó a cabo la quinta edición de la ya clásica “Fiesta de Reyes” en la plaza de los peludos en Delta del Tigre (San José). La convocatoria fue masiva. Niños y familias se arrimaron a la sombra del espacio para disfrutar de inflables gigantes, golosinas, helados, espectáculos musicales y, por supuesto, a recibir regalos recolectados y acondicionados por parte del colectivo, en conjunto con vecinos y negocios de la zona.
Parece ser una fiesta más, pero lo importante detrás de ella es el trabajo colectivo a fuerza de la convicción que hay detrás, ya que es una instancia donde todos son convocados a ayudar y participar en la zona, utilizando la red social más antigua: el boca a boca.
En conversación con Richard Mariani, principal referente del colectivo, nos dejó estás palabras:
“Para nosotros es un compromiso muy grande, una responsabilidad. Cuando iniciamos arrancamos con 400 gurises, y hoy estamos superando los 1000. Cada vez es un desafío más grande porque viene mucho más gente, y tenemos que movernos el doble. Empezamos a juntar juguetes dos meses antes en colaboración con los vecinos de este barrio y otros, incluso de Montevideo, que aportan juguetes nuevos y usados en buen estado, además de libros. Los vamos clasificando y vamos organizándonos. Es un compromiso y responsabilidad también la de transmitir los viejos valores de solidaridad, respeto y compañerismo en ese trabajo colectivo de un montón de gente”.
Estas palabras se ven reflejadas en el trabajo colectivo volcado para esta jornada, en atender a un público que espera recibir en una pequeña carpa que sirve de refugio del sol, helados, refrescos y víveres que amenizan la tarde, junto con los inflables y el escenario, donde participaran distintos artistas. El hecho de que sea la quinta edición de esta fiesta, acompañado de la fuerte presencia del colectivo en la zona, permite ver algunas cosas que Richard destaca:
“Vemos un proceso en el barrio que se ha dado, donde antes un mismo niño quería dos o tres refrescos, o quería dos o tres juguetes, incluso sus padres. Después de tanto laburar con el vecino, todo el mundo entendió que hay que dejar el lugar a otro, y que todos son por igual, el que tiene mucho en el barrio y el que no tiene nada. Y que es de todos la fiesta y que tenemos que trabajar en comunidad para esto”.
Para llegar a esta jornada, donde no hay nada improvisado, el colectivo trabaja mucho en la previa y en el día del evento.
“La fiesta es organizada por el núcleo duro del colectivo, hablamos de unas 20-25 personas, que para el día de la fiesta logran convocar unas 50 personas en total para trabajar y atender los distintos puntos, donde también se suman muchos vecinos del barrio, y chicos que han crecido y que ahora quieren colaborar”.
La importancia de ser socios
Son varios los factores que hacen a la fiesta como tal, y se destaca la importancia de tender redes, del trabajo colectivo, de saber nuclear la ayuda recibida y saber dónde golpear puertas. La Intendencia, el municipio de Ciudad del Plata, Pelota al Medio a la Esperanza, que son quienes ponen los inflables que le dan color y atracción al espacio ocupado, y más de cien empresas privadas y comercios de la zona, ponen comestibles y colaboraciones en general.
“El trabajo fundamental es el de los vecinos y comerciantes del barrio, desde el que te da una bolsita de caramelos, al que te da una funda de refrescos, que ven el trabajo que hacemos en el barrio y se suman a colaborar. Los resultados están a la vista: está lleno de niños chicos que vienen con sus padres, nadie puede negar el laburo que hay detrás, y que todo lo que recibimos se da. Es un clásico que los vecinos esperan, el “día de reyes” y el “día del niño” de Rebeldía Organizada, donde los vecinos te comentan que están guardando juguetes y que nosotros nos encargamos de salir a buscarlos casa por casa”.
Paralelamente a esta fiesta, el colectivo viene trabajando en la inauguración de una biblioteca popular barrial, en un espacio donde antes funcionaba una policlínica pública, la cual fueron acondicionando, con la ayuda de un artista del barrio que se encargó de ponerle color al local, con dibujos llamativos y cargados de símboloss sociales. Todo esto es para que haya un punto de encuentro de los vecinos, promoviendo la lectura y buscando en un futuro personas que lleven adelante espacios de apoyo curricular gratuito para estudiantes en general y también talleres de música por parte de algunos artistas del barrio. Conseguir ese espacio fue una “batalla cultural” que dieron con la Intendencia y que lograron en comodato, luego de muchos idas y vueltas, hasta que se convencieron de la seriedad del proyecto. Entre risas Richard destaca: “ahora son nuestros socios”.
En el próximo año buscarán hacerse con un espacio donde puedan sacar adelante un proyecto socio-educativo y continuar atendiendo los distintos reclamos de los vecinos, un canal para trabajar juntos en pos de mejorar su comunidad. Celebramos la existencia de quienes se la juegan para hacer de su espacio un lugar mejor, sin esperar por políticas públicas o terceros que asistan sus problemáticas.
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Texto:
Diego Cortés
Fotos:
Eliana Sánchez