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Captura molecular

Una serie de situaciones alarmantes atraviesan la actualidad de nuestro país desde la llegada del virus COVID-19 conocido también como Coronavirus. El viernes 13 de marzo se dieron a conocer los primeros casos que han aumentado a lo largo de los días, llegando a un total de 79 personas contagiadas, las apariciones seguirán en aumento como es esperable en la primera etapa exponencial. La medida nacional preventiva de sanidad urgente optó por promover que las personas permanezcan en sus hogares dos semanas llegando a finales de marzo en principio. El uso de tapabocas en espacios reducidos y con otres, la higiene continua de manos, la interrupción del saludo que implique contacto físico, la ventilación de espacios cerrados. La misma determinó la interrupción de clases en instituciones públicas y privadas, espectáculos públicos y la reconfiguración laboral de muchos entes y empresas pasándose al teletrabajo. Por supuesto que no toda la sociedad acató al pie de la letra dicha medida, muchas personas se encuentran obligadas a seguir asistiendo a sus puestos laborales por necesidad económica  sin tener una real cobertura de cuidados extremos, como en el caso de lxs empleadxs de supermercados y shoppings. Tampoco podrán combatir las personas en situación de calle o pobreza debido a sus nulos o escasos recursos que no priorizan la compra del alcohol en gel ni abandonar sus formas de sustentabilidad. Este aislamiento también perjudica a mujeres y personas en situación de violencia doméstica, ya que el encierro aumenta su riesgo de vida. La incertidumbre es la sensación en boga y hacen de esta cárcel molecular la crisis económica, afectiva y autogestionada más cercana que la generación infantil-adolescente del 2002 ha vivido de adulta. En tiempos de pandemia no es necesario cometer delito para perder la libertad, la captura es el refugio, la ignorancia, o, en el peor de los casos, la indiferencia. Esta fotogalería invita a recorrer y observar la desolación de la calles, a quienes habitan los pequeños puntos de aglomeración, cuidados y descuidos, privilegios y necesidades de clase. Las miles incógnitas del presente y futuro nos involucran a seguir buscándole la vuelta a las maneras de poner el cuerpo, quitándolo de donde no se merece. Texto: Victoria Guevara Fotos: Fanny Rudnitzky

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