La tarde del 24 de agosto de 1994, camionetas militares instaladas en esquinas rodeaban el Hospital del Filtro. Esa tarde, los uruguayos y uruguayas se multiplicaban en la calle Cufré. Varios parlantes transmitían en directo la emisión de CX44 Radio Panamericana. Informaban lo que sucedía en los alrededores del hospital y el avance del Poder Judicial para concretar la extradición de Jesús María Goitia, Mikel Ibáñez Oteiza y Luis Lizarride, acusados por el gobierno de España de integrar la organización ETA.
Adela, de 17 años, estudiaba en el liceo IAVA e integraba el gremio. Desde hacía unos tres días varios compañeros hacían guardia en la zona del hospital, acampando. Ese 24 de agosto llegó al lugar pasadas las 17.00 junto con su hermana Isabel y otros compañeros y compañeras; el traslado de los tres ciudadanos vascos hacia el Aeropuerto de Carrasco estaba planificado para esa noche. Al cabo de unos minutos, llegaron policías a caballo. Comenzaron a tirar gases lacrimógenos, la gente comenzó a correr sin dirección, algunos con dificultades para respirar. Varios vecinos de Jacinto Vera daban auxilio a los afectados, daban protección en sus casas, pero nadie sabía que esa ayuda no sería suficiente. A esa hora la concentración sumaba alrededor de 500 personas, incluidos niños, mujeres y jóvenes estudiantes. Sin mediar palabra, los policías avanzaban hacia la multitud, repartiendo sablazos a los manifestantes.
Los vascos en Uruguay
“Que quede bien claro, la primera huelga de hambre la realizamos en octubre-noviembre de 1993, la frenamos a los 26 días porque habíamos recibido promesas concretas del Ministerio del Interior. Luego, esas promesas no se cumplieron y ahora no vamos a parar hasta el final”. Este mensaje de los etarras detenidos en Cárcel Central fue publicado en la edición 455 del semanario Brecha el 19 de agosto de 1994. Un día antes, el Sindicato Médico del Uruguay les negaba la asistencia médica a los etarras por “cuestiones éticas”. El diputado del Partido Socialista Guillermo Chifflet convocaba a una “colecta popular” para pagar la fianza del ciudadano vasco Jesús María Goitia.
El 18 de agosto, el Movimiento Nacional de Liberación-Tupamaros (MLN-T) anunciaba el pago de la fianza de Goitia, de 50.000 dólares. El dinero provenía de los fondos que la agrupación recibiría del Estado para la campaña electoral.
El 20 de agosto los etarras fueron trasladados desde Cárcel Central al Hospital del Filtro, hubo forcejeos con la guardia de Coraceros en las afueras del centro hospitalario.
El 23 de agosto llegó un avión desde España para efectuar la extradición, los vascos habían efectuado un pedido de asilo en Cancillería, por lo cual “ahora la decisión es del presidente Lacalle” (La República 23/8/1994).
El 22 de agosto se efectuó un paro en las escuelas públicas promovido por ADEMU con concentración en las afueras del Filtro desde las 10.00 de la mañana. El PIT-CNT y el Frente Amplio llamaron a concentrarse y manifestar bajo la consigna “Todos al Filtro” (La República 22/8/1994). Además, se presentaron 25.000 firmas en el Edificio Libertad solicitando la anulación del proceso de extradición de los vascos a España. Las firmas fueron entregadas por una delegación de representantes del Frente Amplio, conformada por Helios Sarthou, Sergio Previtali y Guillermo Chifflet, más el sacerdote Luis Pérez Aguirre (El País 23/8/1994). Ese mismo día el gobierno había confirmado la extradición de los tres ciudadanos vascos para la siguiente jornada.
Se había decretado un paro para el miércoles 24 de agosto por parte del PIT-CNT, pero la central sindical decidió levantarlo y llamar a manifestar frente al Hospital Filtro a partir de las 17.00. “La extradición está firme desde hace meses”, declaraba el ministro de apelaciones en lo penal de primer turno, Eduardo Lombardi (El País 24/8/1994). En esa misma edición del matutino se informaba que se podría dar lugar a una junta médica para determinar la situación de los vascos. Tabaré Vázquez y Líber Seregni se hicieron presentes esa jornada del 24 de agosto en horas del mediodía en las afueras del Filtro, entre “abucheos y aplausos por parte de los manifestantes” (El País 26/8/1994).
El Uruguay de los 90
Ese año, Luis Alberto Lacalle atravesaba el último año de su presidencia. Su gobierno vivía tiempos de enfrentamiento con los sectores agrícolas por desacuerdos con la política tributaria llevada a adelante por Ignacio de Posadas desde el Ministerio de Economía y Finanzas.
El pueblo uruguayo estaba próximo a resolver en las urnas una reforma constitucional (sería el domingo 28 de agosto), que permitiría el “voto cruzado”, es decir, elegir al presidente de un partido y al intendente de otro.
Este plebiscito levantaba voces en varios sectores políticos y en el ámbito sindical. Tabaré Vázquez firmaba, el 16 de agosto, una declaración que garantizaba el proyecto de reforma que se sometía a la voluntad popular, mientras que el SUNCA, el Sindicato de Artes Gráficas, el Sindicato de la Industria Química y el rubro Vestimenta se posicionaban en contra de la reforma.
En filas del Partido Colorado se daban las posturas de Sanguinetti de apoyar el SÍ y la de la lista 1980 de apoyar al NO. Juan Andrés Ramírez, candidato por el herrerismo a la presidencia de la República también estaba a favor del SÍ y creía que la reforma solo afectaría a las normas relativas a los gobiernos departamentales, ya que una de las medidas que alcanzaba era la de la cantidad de ediles en las juntas locales: Montevideo pasaba a 31 ediles; Canelones, a 25 y el resto de los departamentos, a 21.
En esa instancia electoral también entraban cambios en el BPS, aunque los presidenciables de todos los partidos (el 27 de noviembre de ese año se celebrarían las elecciones nacionales) rubricaban un documento que “garantizaba la estabilidad del BPS”. Los firmantes fueron Gonzalo Aguirre, Jorge Batlle, Rafael Michelini, Jorge Pacheco Areco, Alberto Volonté, Julio María Sanguinetti, Tabaré Vázquez y Carlos Julio Pereyra. Finalmente, la reforma no fue aprobada en las urnas, con el 71,5% por el NO.
Los 90 también encontraron al Uruguay bajo otras nada nuevas problemáticas. Julio María Sanguinetti calificaba al Frente Amplio como “una concepción marxista de la vida” (El País 16/8/1994), luego de que el día anterior se presentara a declarar en el Juzgado de Familia de 9o Turno en calidad de testigo por el caso del secuestro de Simón Riquelo, en julio de 1976. El dirigente colorado fue citado a declarar, ya que, en 1989, durante su primera presidencia, se había clausurado una demanda penal sobre el caso de Simón, entablada por su madre, Sara Méndez. Por su parte, el Frente Amplio declaraba: “Sanguinetti es responsable de cerrar la investigación sobre el caso Simón Riquelo” (La República 20/8/1994)
En paralelo, mujeres representantes de la coalición de izquierda firmaban un documento que defendía el derecho histórico al aborto, carta que surgió en respuesta a declaraciones de Tabaré Vázquez de esos días en contra de la despenalización. La comunicadora Julia Moller declaraba en una entrevista brindada a La República, en edición del domingo 21 de agosto: “Estoy de acuerdo con que se legalice el aborto, porque una mujer tiene derecho a hacer lo que quiera con su cuerpo y así se terminarían los crímenes”.
La cosa seguía. Empleados de la Compañía del Gas comenzaban una huelga de hambre en contra de la privatización de esa empresa y eran visitados por el candidato a la presidencia por el Frente Amplio, Tabaré Vázquez, el 18 de agosto. Vázquez se manifestó en contra de la privatización de la empresa, que finalmente se privatiza en ese año por el grupo Gaseba Uruguay-Grupo Gaz de France, con efectividad desde el 19 de enero de 1995 mediante licitación pública.
El 16 de agosto del año anterior, 1994, un “misterioso grupo comando” se introduce en horas de la noche en el Consulado de Siria, en Pocitos, para revisar los documentos, según señala la edición de La República del día siguiente. Ese mismo medio denunciaría días después la presencia de un par de agentes del Mossad israelí operando en nuestro país, supuestamente vinculados con el hecho ocurrido en la sede diplomática siria. El 19 de agosto un programa televisivo de la cadena brasileña O´Globo presenta un informe sobre la frontera uruguaya del Chuy, en donde existiría un gran depósito de armas propiedad de un ciudadano de origen árabe. Se hablaba de presencia de grupos islámicos armados en el país, situación que fue investigada y desmentida por la Policía del departamento de Rocha. La colectividad árabe del Chuy se manifestaría en contra del informe periodístico, argumentando que era fruto de “una campaña de Estados Unidos en su contra” (La República 24/8/1994). Otro de los aspectos que atravesaba el departamento esteño en ese momento era la demolición de viviendas irregulares en sus costas, a lo que intendente Irineu Riet Correa manifestaba: “Hay que respetar las decisiones judiciales” concernientes a la demolición de tales asentamientos irregulares (El País 18/8/1994).
En otro orden, la construcción del puente Colonia-Buenos Aires se definiría en el año 1995, según consignan una nota de El País del 22 de agosto de 1994. Un informe de La República del día anterior proyectaba que Colonia tendría 225.000 habitantes en 2015, año en la que la obra fluvial ya estaría finalizada. La inauguración del shopping de Punta Carretas de ese año daba lugar a una nota de El País, del 21 de agosto, con el título: “El Shopping de Punta Carretas: ¿es hermoso o ha estropeado el barrio?”. Mientras, también se trataba el tema del aumento de las propiedades en ese barrio, fruto de la instalación del centro comercial.
Otros entes se hicieron ver en los 90. ANTEL anunciaba, a través de su directora, Rosario Medero, la explotación de su servicio de telefonía celular, al que denominaría ANCEL, a partir del 1 de setiembre de ese año (El País 17/8/1994). La primera fase de cobertura iba a ir desde Montevideo hasta el Arroyo Pando y para diciembre del 94 se preveía una ampliación desde Colonia a Punta del Este. Por otra parte, se le reclamaba al ente el levantamiento del bloqueo del acceso a internet. Según la edición de La República del 21 de agosto de ese año, Uruguay dejaría de ser el único país del mundo con trabas para el libre tráfico de comunicaciones entre ordenadores por líneas telefónicas de bajo costo. Se había efectuado una denuncia en la Justicia por parte de un grupo de ciudadanos denominado Red Chasque, que instaba al levantamiento del bloqueo y cuya primera audiencia en los juzgados estaba fijada para el 12 de setiembre de 1994.
Pero no solo. La cartelera de espectáculos montevideana nos brindaba en materia de cine la posibilidad de asistir a ver la película uruguaya El Dirigible, de Pablo Dotta, en el Cine Central, así como en otras salas se podría disfrutar de Maverick, con Mel Gibson; Angie, con Gina Davies; Terreno salvaje, protagonizada por Steven Seagal; El Rey León, de Disney, y La Pistola Desnuda 33 y ⅓, con Leslie Nielsen a la cabeza.
En teatro estaban en cartel Barro Negro; ¿Quién le teme a Italia Fausta?; ¿Quién le teme a Virginia Woolf?; Fontanarrisa; Made in Cerro y El laberinto de Don Verídico, un espectáculo protagonizado por Julio César Castro (Juceca) personificando a Don Verídico en calidad de candidato a la presidencia de la República (La República 19/8/1994).
Exilio Psíquico y Los Escarabajos Peloteros se presentaban en el marco de la Fiesta I, en Casablanca Café (Gonzalo Ramírez y Barrios Amorín), el 18 de agosto. El domingo 21 El Peyote Asesino tocaba en El Perro Azul de Pablo de María y Brandzen, a partir de las 22.00 y con entradas a 20 pesos.
Oscuridad en Jacinto Vera
La solidaridad del pueblo uruguayo encarnada en los jóvenes y trabajadores que pacíficamente fueron a mostrar su fraternidad fue arremetida con balas y golpes. La posibilidad del asilo político para aquellos hombres removió emociones latentes vividas durante la última dictadura cívico-militar, ya que fueron miles los uruguayos albergados por otros países cuando el terrorismo de Estado se desató en nuestro país. Una concentración pacífica que apelaba al asilo, más allá del conflicto latente entre el movimiento separatista vasco con el Estado español, se convirtió en un operativo represivo hacia personas desarmadas.
La hermana de Adela presumía que se iba complicar, la noche anterior hubo varios adolescentes pisados por caballos, entre ellos, un estudiante del IAVA que sufrió la fractura de varias costillas. Por eso, con una “excusa boba”, Isabel convenció a la joven Adela de instalarse sobre la plazoleta del monumento a Luis Batlle Berres. Desde ahí pudieron observar la llegada de los patrulleros y las ambulancias, hubo gritos y corridas durante varios minutos. La pólvora tiñó el aire, los gritos se mezclaron con la voz de León Gieco, que interpretaba “Solo le pido a Dios” desde los parlantes.
Casi sin mediar palabras las hermanas empezaron a correr, todos corrían, un ómnibus se detuvo, fuera de su parada. El chofer gritó “Vengan, suban, suban”. Varias personas se acercaron y saltaron al vehículo sin preguntar, no hubo cobro de boleto, solo angustia y llanto.
Después de la subida intempestiva al ómnibus, Adela llegó a la casa de Isabel, ahí comenzaron a contactarse por teléfono con sus demás hermanos, estaban a salvo.
Para ella, lo sucedido esa tarde la marcó, fue “el fin de la inocencia”: una manifestación pacífica se convirtió en una noche de represión, masacre y muerte.
Todo se había complicado. Poco antes del anochecer, las radios CX36 Radio Nacional y CX44 solicitaban a los manifestantes que se retiraran de las inmediaciones del Hospital del Filtro, ya que no había nada que hacer para evitar la extradición de los ciudadanos vascos. Sobre las 20.00 la Policía encabezó un operativo de distracción con ambulancias y patrulleros, desde donde disparaban indiscriminadamente a los manifestantes.
A la altura de Cufré y Bulevar Artigas, Fernando Morroni fue herido con 12 balazos en la espalda con una escopeta calibre 12. Pasadas las 21.00 ingresó al Hospital Militar, pero ya era tarde, Fernando muere en el centro de salud.
Durante la madrugada, la impunidad solapada continuaba. Roberto Facal vivía en la zona del Hospital del Filtro, durante los días que se mantuvo la concentración, fue realizando el registro fotográfico de lo que iba sucediendo. Además, colaboraba con agua caliente, yerba o lo que necesitaran los acampantes. Esa noche, después de todo lo sucedido, volvió a su casa, el barrio estaba inundado con oscuridad, la energía eléctrica se había cortado. Asesinado con 12 puñaladas, Roberto fue encontrado en el patio de su casa con profundas marcas de tortura. La Policía desvió las sospechas de su implicancia en el homicidio, aduciendo un crimen pasional.
Con cientos de heridos, dos personas fallecidas, la emisora CX44 clausurada por el incumplimiento de un Decreto-Ley de Radiodifusión creado en la dictadura y tres ciudadanos vascos extraditados, el presidente, Luis Alberto Lacalle, y el ministro del Interior, Ángel María Gianola, cerraban con orgullo la represión planificada.
Nosotros seguimos acá
La ilusión de vivir en un verdadero Estado de derecho fue derribada por la impunidad policial, por las declaraciones de Gianola, que justificaban el ataque aduciendo que existían filmaciones que demostraban la existencia de armas entre los manifestantes. Nunca apareció ningún video que comprobara sus afirmaciones. Se procesaron a algunos efectivos policiales que participaron en los hechos, pero sin prisión. Se los derivó a otras dependencias, se los premió con cargos, se los tapó, en gobiernos de derecha o izquierda. Lo ocurrido esa tarde en el Hospital del Filtro fue la muestra del Uruguay que no queremos ser, aunque en la actualidad algunos legisladores propongan la militarización como alternativa a los problemas de seguridad ciudadana. Este país al que le cuesta suturar las cicatrices del terrorismo de Estado, que también ha rechazado dos veces en las urnas la posibilidad de enterrar una ley que huele a impunidad. El mismo Uruguay de los milicos, las razzias, de Fernando Morroni, Guillermo Machado y Elena Quinteros. El Uruguay de las balas de goma, y de las otras. El país de Guido Manini Ríos, del Pacto del Club Naval y de las leyes que nos prometen vivir sin miedo.
A 25 años de la represión del Hospital Filtro, no queremos más graffitis con nombres que, por salir a protestar no volvieron más. Eso sí da miedo.
Texto: José Luis Rodríguez y Noelia Rocha
Foto: Mauro Tomasini. Marcha del Filtro 2016