El fenómeno de la niña y el cambio climático

Una nueva e inesperada protagonista apareció en la escena internacional y ya ha cobrado notoriedad a lo largo y ancho del globo a causa de su reivindicación. Mientras, la élite mundial la escucha con atención y los adherentes a la causa se multiplican.

Se trata de Greta Thunberg, una adolescente sueca que, con solo 16 años, ha hecho oír su voz, llegando a las más altas esferas de poder. ¿Su mayor preocupación? El cambio climático y todo lo que este conlleva.

La joven, que empezó a hacerse conocida a mediados del año pasado cuando decidió dejar de asistir a clases como forma de protesta y se atrincheró en las afueras del Parlamento sueco, demandándole al gobierno de su país que tomara acciones concretas contra el cambio climático, fue emulada rápidamente por varios adolescentes de diferentes países (la gran mayoría, perteneciente a naciones desarrolladas del hemisferio norte). También realizó un discurso en la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas, asistió al foro de Davos, donde fue recibida por la presidenta del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, y estuvo llevando su mensaje al Parlamento Europeo, donde instó a los representantes a hacer algo por el futuro del planeta. A mediados de marzo, fue propuesta como candidata al Premio Nobel de la Paz.

Entre las propuestas de Greta, está la llamada flygskam (que podría traducirse como “vergüenza de volar”), que la llevó a realizar un viaje en tren de dos días para asistir al encuentro realizado en Suiza, en un gesto absolutamente alineado con lo que pregona.

A muchos nos puede resultar extraño que alguien tan joven tenga un posicionamiento tan firme respecto de un tema que enciende discusiones aquí y allá, y divide las aguas entre científicos, políticos, empresarios y personalidades de toda clase, dejando en soledad a una de las mayores potencias económicas con su postura intransigente frente a un panorama como este.

Ahora, pese a lo llamativo del asunto, ¿cómo debe interpretarse que alguien de 16 años le recuerde al mundo entero lo mal que estamos actuando como humanidad, mientras da lecciones de por dónde hay que ir para que no reviente todo? Un componente fundamental en el discurso de la estudiante es llamarles la atención a los adultos que, según sus propias palabras, “hablan del final de Game of Thrones mientras el planeta se quema”.

Este reproche, que puede tener tanto de genuino como de simplón, gana adeptos (muchos de ellos, adultos) y suena bastante a una forma ocurrente y extraña de sabiduría sub 20. Nadie pone en duda que la joven tenga sus convicciones e ideales e incluso utilice argumentos válidos para sostener lo que piensa, pero lo que sí puede resultar más difícil de entender es la forma en la que muchos líderes la reciben y muestran (al menos para la foto) una sonrisa que tiene tanto de agradable como de comprometida.

De ser así, ¿debemos esperar que comience a operar un cambio en las grandes estructuras de poder mundial gracias a la irrupción de Greta? Nadie tiene la respuesta exacta a esa cuestión, aunque es sencillo imaginarla. De todos modos, si hay algo que sí podría asegurarse es que el tema está presente en infinidad de ámbitos de discusión y, aunque se lo considere una moda, un motivo de creciente preocupación científica que alarma a los seres humanos, o la excusa perfecta para que un puñado de personas y empresas laven sus culpas, en este caso, lo que repercute más que el mensaje es el mensajero, y, en ese sentido, para una sociedad global que se aburre y demanda estímulos constantes y caras nuevas, el cometido se está cumpliendo.

Texto: Facundo Berterreche

Foto: Flickr

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