Colombia está envuelta en un desconcierto jurídico, hay varios escenarios posibles en los que se desarrollará la política colombiana en los próximos meses. La decisión ahora está en manos del partido del expresidente Álvaro Uribe, impulsor del voto negativo al acuerdo de paz, quien deberá presentarles al gobierno de Máximo Santos y a los negociadores de las Fuerzas Revolucionarias Armadas de Colombia (FARC) una posible propuesta de paz con la que todos simpaticen.
Fernando Galindo, politólogo colombiano, analizó junto con el columnista de asuntos internacionales Abdo Taleb los posibles caminos a recorrer a futuro.
En la votación del domingo 2 de octubre sobre el acuerdo de paz, el NO obtuvo la victoria con 50,21 % de los votos, mientras que el SÍ alcanzó el 49,78 %. Este escenario dejó en la incertidumbre el fin de un conflicto de 52 años, anunciado el 26 de setiembre por Santos y por el líder máximo de las FARC, Rodrigo Londoño Echeverri, alias Timochenko, en una pomposa ceremonia en Cartagena.
Según Galindo, hay cuatro escenarios posibles para tratar de salvar el proceso jurídico iniciado. En primer lugar, se podría volver a la idea de una Asamblea Nacional Constituyente, es decir, una reforma de todo el conjunto de leyes colombianas. Esta idea surge desde las FARC y también desde el sector de Uribe, senador y líder del partido Centro Democrático, opositor al gobierno, aunque con diferentes intensiones de cada parte.
Las FARC buscan un acuerdo de tierras para incluir el sector minero-energético en la Constitución, mientras que la oposición se inclina por una reforma política que, entre otras cosas, incluya una reelección por tiempo indeterminado.
Para Galindo, este proceso “no se haría en menos de un año”, y es un escenario “poco posible” porque se protestó acerca de la incidencia política de las FARC, por lo que hacer a estas fuerzas partícipes de la construcción de una nueva constitución “no tendría sentido”.
Otra posibilidad que planteó el politólogo es que el congreso colombiano rescate los acuerdos y los apruebe ignorando el deseo popular, pero esto “no es muy viable, estaría muy mal visto ignorar al pueblo y pasar por arriba”.
El tercer escenario es la renegociación, esto es “volver a sentarse a la mesa”, explicó Galindo. El problema se presenta en los aspectos a renegociar. Por un lado, el sector de Uribe, que sostuvo el NO, reclama penas de cárceles para las FARC, algo que desde el principio se sabe que no va a negociarse. Las FARC anunciaron que, si se confiesa el crimen, las penas deberán ser sustitutivas, y solo habrá prisión en caso de que se esconda el ilícito.
Otra cosa que se tendría que renegociar es la participación política de las FARC. Uribe reclama que no tengan ningún poder de decisión; sin embargo, las FARC han luchado por más de medio siglo bajo una bandera ideológica, por lo que ese punto complicará los avances de paz.
Otro nudo en la renegociación es el tema de la tierra. En Colombia hay una minoría de terratenientes con la mayoría de las superficies cultivables. Entre las condiciones propuestas por las FARC se promueve la redistirubución de la tierra para disolver la concentración en pocas manos y que se distribuya entre campesinos, con lo que se busca frenar el narcotráfico. Uribe, por el contrario, se opone a la expropiación de tierras.
El cuarto escenario es un pacto nacional que busque modificaciones al acuerdo para que la población vote de nuevo. Sin embargo, según el politólogo, este escenario “es muy incierto porque nadie sabe qué implicaría, ni quienes negociarían”.
Con el resultado de las elecciones en Colombia reinó el desconcierto absoluto. Tres días después del rechazo al acuerdo que se negoció con las FARC, en La Habana, Santos se entrevistó con Uribe (presidente en el período 2002-2010) y el también expresidente Andrés Pastrana (1998-2002) en un intento de aclarar lo que el mismo jefe de Estado definió como una “especie de limbo” en el que quedó el proceso de paz.
En ese contexto, Uribe pidió a las Naciones Unidas “que acompañen esta nueva etapa de la democracia colombiana”, y apuntó que “el resultado del domingo rechazó los acuerdos pero reafirmó el deseo unánime de paz”.
El expresidente detalló que de los aspectos planteados en el acuerdo hubo preocupación “por la impunidad total, la elegibilidad política de personas responsables de delitos de lesa humanidad, por los secuestrados de quienes nada se sabe, por los miles de niños reclutados que no han regresado a sus hogares”.
Asimismo, Uribe denunció que el acuerdo con las FARC no puede “asimilarse a un tratado internacional ni a un tratado especial”, como está previsto, menos aun después de haber sido rechazado por el pueblo.
Un paso atrás
6.431.000 personas votaron por el NO al acuerdo de paz, pero Colombia tiene 48 millones de habitantes, de los cuales 34 millones están habilitados para votar, por lo que la decisión de detener el proceso fue tomada por una minoría.
Más de 60 % de la población decidió no concurrir a las urnas el domingo, en lo que representa uno de los hitos democráticos más fuertes de la historia colombiana. El mapa electoral muestra que el SÍ ganó de forma abrumadora en las zonas más afectadas por la guerra y perdió en las ciudades más militarizadas.
Para el politólogo colombiano, los votantes por la negativa “no comprendieron ni estuvieron a la altura del momento histórico que se les planteó; en base a una decisión de odio y mala información están anclando de nuevo en un conflicto absurdo”.
Uno de los factores que explican el resultado desfavorable para el SÍ es la campaña por el NO. “Liderada por Uribe y la extrema derecha, la campaña arrancó hace años con un desprestigio hacia el SÍ. El primer mensaje fue que el país iba a ser entregado a las FARC, es decir, al castro-chavismo, lo que caló muy fuerte en Colombia”, afirmó Galindo.
“Se le suma a eso una serie de mensajes con acuerdos tergiversados, se decía que no iba a haber cárcel para la guerrilla cuando en los acuerdos se decía lo contrario, se dijo que se estaban legitimando el terrorismo y la violencia y lo único que se consiguió fue capitalizar el odio en la sociedad”, explicó el politólogo.
Otros factores que afectaron una votación por la positiva fueron la poca popularidad del actual presidente Santos y la alianza del NO con la iglesia cristiana.
El SÍ se enfocó en los sectores académicos formados y el NO, en los indecisos. En ciudades grandes, como Bogotá, Cartagena, Cali y Barranquilla, ganó el SÍ. En otras regiones, como Antioquia y Medellín, donde Uribe tiene una fuerza muy fuerte, regiones ligadas al conservadurismo, ganó el NO.
Texto: Leticia Castro