La reforma educativa de la dictadura tuvo un objetivo represivo, refundacional, de ruptura y aniquilación del pasado democrático. Sus nuevas bases ideológicas y sociales se plasmaron en los planes y programas de ese período, y nos lo recuerdan los testimonios que sobrevivieron a ese sistema.
Aventuramos, a vuelo de pájaro, una aproximación a la ideología en la educación de la dictadura a partir del libro Ideología y educación durante la dictadura. Antecedente, proyecto, consecuencias, de Silvia Campodónico, Ema J. Massera y Niurka Sala (1991). En particular, el capítulo “Planes, programas, bibliografías” nos permite poner en relación lo que fue el universo educativo con algunos testimonios que fueron maestros en resistirlo.
La reforma del sistema educativo de la dictadura se estructuró en dos etapas: La primera etapa, que abarcó el período del 73 al 75, buscó elaborar la reforma en sí misma y se caracterizó por diseñar las medidas represivas e institucionales necesarias para la asunción del gobierno y del poder real sobre el sistema educativo. La segunda etapa, que va del 75 al 84, se constituyó por reformar el sistema educativo en sí, es decir, puso en práctica los lineamientos de la primera. Primero pensaron; luego, ejecutaron…
La disciplina cuasimilitar abarcó todos y cada uno de los aspectos de las actividades de los alumnos, profesores y funcionarios. De principio a fin se destituyó masivamente, se implementó la jubilación compulsoria y la prisión de profesores y alumnos; se reglamentó la designación directa sin concurso y con previa certificación policial o militar de ausencia de antecedentes político gremiales que atentaran contra la seguridad nacional; se reclutaron bedeles entre militares y policías retirados; se establecieron funciones de represión y delación; también se reglamentaron las comisiones de padres, las de normas de comportamiento, los procedimientos y la vestimenta.
Estos distintos grados de sometimiento y vulneración forman parte de nuestra historia reciente, pero esto no significa necesariamente que constituyan parte de nuestra memoria. Forman parte de documentos, de textos de clase, de manuales, de un contingente de papeles que plasman con fidelidad los ciclos iniciales de una sociedad que desde lo primario se reprimió, en la que no pasaron a términos secundarios las vulneraciones y donde no fueron de tercer grado las violaciones sistemáticas a los derechos humanos.
¿Cómo vivieron los maestros semejante represiva implementación? ¿Cómo era el día a día de la actividad educativa? ¿Qué tenían que hacer? ¿Qué no podían?
En esta columna, las garras del cóndor merodean Primaria y acechan a los maestros…, pero hoy estos ya no tienen la boquita con llave.
Texto: Cecilia Bértola y Paola Melgar
Foto: Quino
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