#Yonotecreo

Opinión

La campaña que reza “yo te creo”, con diferentes variantes, “yo te creo hermana”, “yo le creo a las pibas”, es una manera de apoyar a las gurisas y mujeres que denuncian abusos sexuales. Mejor dicho, que se animan o que tiene el valor de denunciar. Este apoyo es viral en redes sociales y, en algunos casos, también en la realidad. Pero lo importante es que es una manera de contagiar empatía y sororidad.

Ahora, ¿que sucede cuando todas le creemos a una gurisa de 16 años que denuncia abuso sexual por parte de su padre y su tío en su lugar de estudio, pero las instituciones permiten que el padre la vaya a buscar y se la lleve a golpes y regresen —por la fuerza— a su casa, junto a su madre, que sabe, oculta y es cómplice de una situación y donde nadie sabe qué sucede realmente, excepto la gurisa?

¿Es realmente el maltrato y el abuso sexual un tema de familia? Año 2018 y seguimos entendiendo que estos temas pertenecen al ámbito privado, cuando, por el contrario, se trata de un problema social, de todos y de todas, y del Estado, que debe hacerse responsable de que esa gurisa no vuelva a su casa.

Pero no. El Estado permite que su familia se la lleve de nuevo, quizá bajo el entendido implícito de que “no hay mejor lugar para un niño o niña que su hogar”. Esto es una gran mentira. Cuando ella pide que por favor la saquen, y su padre se manifiesta violento —con su hija y con referentes educativos—, se le permite que vuelva a su casa. Un acto siniestro.

Se trata de una adolecente en situación de riesgo, de alto riesgo. ¿Qué mensaje se está viralizando? Uno muy similar al que está comunicando la Justicia española ante el caso de la manada : “yo no te creo”.

Está bien, la Justicia no es una cuestión de fe, pero sí de garantías. Y lo que está diciendo es: “yo no te garantizo nada —ni ayuda, ni herramientas, ni contención, ni siquiera te garantizo justicia— si denunciás abuso sexual”. De hecho, lo que acaba de decir en el último caso es: “si denunciás, voy a complicar más las cosas, te voy a dejar sola cuatro días con el denunciado y después vas a ir a declarar”.

¿Por qué todas le creemos sin conocerla? Porque preferimos apostar a sacar a una gurisa menor de edad del infierno, aunque esto traiga otro tipo de riesgos. Porque el abuso sexual, dígase violación, o las mil maneras que hay de ejercerlo, es una relación de poder basada en el miedo, angustia, asco, soledad y tortura psicológica. ¿A quién le vamos creer?

Los paladines de la moral y la justicia que escriben textos diciendo que se difama a alguien cuando la Justicia no falla en su contra están jugando un juego muy peligroso en que, por supuesto, no son ellos los que corren los riesgos. Somos nosotras.

Cuestionan a los movimientos sociales por creerle a alguien que no conocen, por ir contra los fallos judiciales. Pero no cuestionan la Justicia que acaba de enseñarles a una y mil niñas, adolescentes y mujeres que no hay que denunciar, que es peor para ellas. Y también educa a los hombres a continuar haciendo legítimas sus prácticas.

Por estas cuestiones, yo sí te creo.

Texto:Valentina Machado

Foto: Mariana Tenenbaum

 Para acceder al comunicado firmado por 40 organizaciones sociales y de derechos humanos en repudio el hecho, hacé click aquí.

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