Un tiempo fuera de casa

Después de diez años sin autorización para tocar en la ciudad de Buenos Aires, La Renga volvió a arrasar la ciudad en el escenario de sus hitos, la cancha de Huracán. Tras la primera tanda de cuatro recitales a estadio lleno, la banda de Mataderos anunció dos fechas más para fines de agosto. Radio Pedal estuvo en la segunda noche y te lo cuenta de primera mano.

Después de diez años sin autorización para tocar en la ciudad de Buenos Aires, La Renga volvió a arrasar la ciudad en el escenario de sus hitos, la cancha de Huracán. Tras la primera tanda de cuatro recitales a estadio lleno, la banda de Mataderos anunció dos fechas más para fines de agosto. Radio Pedal estuvo en la segunda noche y te lo cuenta de primera mano.

La novela de prohibiciones que rodeó la vuelta de La Renga a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) tuvo su epílogo en la previa de su segundo show. Como una última chicana del poder, se había sembrado el rumor de que el show se suspendería por coincidir con un amistoso que se disputaría en la cancha de Boca, fijado para ese mismo miércoles 2 de agosto con posterioridad a la autorización del recital de rock. Finalmente, todo se resolvió postergando una hora el inicio del banquete, lapso que la banda aprovechó para agregar un telonero más (Brancaleone) a las dos bandas independientes que amenizarían la espera (La última seca y Compresión).

Una vez terminadas sus actuaciones, la ansiedad comenzó a palparse en el aire del Ducó, y ya llegaba a niveles desbordantes cuando, siendo las 22:16, con un marco imponente de cuatro pantallas cortadas como jirones y una gigantesca escenografía artesanal plagada de autómatas decapitados bailando sobre engranajes mecánicos, las luces se apagaron y la banda salió a escena entre un mar de distorsión. Los primeros acordes del clásico “Tripa y corazón” desataron la algarabía de un público que liberó sus gargantas al llegar al estribillo: “Es tu canción la que quiero oír en mi voz/cuando me digas que todo va a estar mejor”. La fiesta ya era total. El sonido, siempre un desafío para una banda que toca a altísimos decibeles, y para tanta gente, era de una nitidez impecable, sobre todo a nivel del campo de juego.

“Aunque parezcamos nómades, nos gusta también estar en casa”, esas fueron las primeras palabras de la noche de Gustavo Chizzo Nápoli, que le sirvieron para introducir “Nómades”, una de las nuevas canciones ruteras que llegó para alimentar el espíritu errante fogueado por la estética renga, y para sintetizar, con un simple guiño poético, lo que significa para la banda volver a su ciudad de origen después de diez años sin poder tocar.

Vas a apuntar tu cañón a nuestras mentes

El trío de Mataderos lleva a cuestas unos cuantos impedimentos que lo han obligado a suspender o relocalizar recitales, en muchos casos sin haber habido siquiera una fundamentación. Sin ir más lejos, el año pasado no recibieron respuesta a la solicitud para hacer dos fechas en el Estadio Único de La Plata. Meses más tarde, la escena se repitió en la localidad de San Pedro. El último capítulo de esta novela comenzó en junio, cuando la Agencia Gubernamental de Control (AGC) bonaerense le negó a la productora Rock y Reggae la habilitación para que La Renga pudiera tocar en el Estadio Tomás Adolfo Ducó, del Club Atlético Huracán.

La solicitud, presentada en mayo, abarcaba una maratón de seis shows entre el 28 de junio y el 15 de julio, previstos para cada miércoles y sábado de esas tres semanas. Pero la AGC resolvió denegar el permiso, fundamentando su decisión en dos motivos, según consta en la disposición oficial del 1 de junio. Uno fue la falta de una rampa para la evacuación del campo de juego que evitara que el público asistente tuviera que “escalar” quince gradas del estadio, las mismas gradas que son usadas habitualmente para la circulación de los hinchas que concurren a los partidos. El otro fue la recomendación de la Policía de la Ciudad de no realizar el evento, ya que en su informe constató problemáticas como “venta de estupefacientes y alcohol”, “trapitos”, “parrillas y otros comestibles” y “venta de marchandaise” (sic), y cita como antecedente los “tristísimos resultados” del recital del Indio Solari en Olavarría.

La denegación fue leída inevitablemente como una censura. Sin contar algunas apariciones “sorpresa”, como la de diciembre de 2016 en la Fiesta Poderosa, organizada por La garganta poderosa y el programa Cheque en blanco para recolectar libros para bibliotecas populares, o la de los festejos por los 30 años de la democracia en Plaza de Mayo en 2013, el último show convocado por La Renga en CABA había sido el 17 de noviembre de 2007, un mes antes de que Mauricio Macri asumiera como jefe de gobierno de la ciudad.

Ya en 2013 los permisos para tocar en el Autódromo Óscar y Juan Gálvez le habían sido denegados a último momento por el gobierno porteño. Pero esta vez la denuncia de censura tuvo otras bocas. Artistas de dentro y fuera del rock, periodistas, medios y fanáticos repudiaron la prohibición en las redes, incluso con un banderazo en el Obelisco (Chizzo les agradecería a todos en la bienvenida del primer show). Así se logró torcer el brazo del gobierno de la ciudad (casualmente en plena campaña electoral de cara a las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias) y la banda más convocante de Argentina pudo volver a su casa.

Toma todo como un desafío

Todo transcurrió con normalidad durante los primeros dos tercios del recital. Claro que esa normalidad incluye que Tete recorra el escenario a toda velocidad, cargando su bajo y su melena con una agilidad y una resistencia más propias de un puntero de Huracán que de un bajista que pasa los 50 años. Esa normalidad implica que Tanque arranque un estupor instintivo en los presentes cada vez que hace que sus bombos martillen dentro de cada pecho en cien metros a la redonda, y que Chizzo exprima su set de guitarras y despliegue en rugidos primitivos una lírica expansiva, de la esquina al infinito y del cielo y las montañas a una gota de rocío.

También se ha vuelto parte de la normalidad la incorporación en algunos temas de Las cucarachas de bronce, el trío de vientos comandado por Manuel Varela, quien por momentos duplica la presencia de músicos en el escenario, extendiéndose como las extremidades del cuerpo macizo que forma el power trío.

Ya habían pasado temas de todas las épocas. Ya la psicodelia se había deslizado desde el escenario en un contrapunto exquisito entre la guitarra de Chizzo y los vientos indígenas de Manu Varela durante “Paja brava”, una “vagualita” dedicada por el cantante a la Pachamama, cuya fiesta había sido celebrada el día anterior. Ya las pantallas habían mostrado grafitis callejeros en memoria de Miguel Ramírez mientras sonaba “San Miguel”, el homenaje de la banda al chico muerto por una bengala en el recital de La Plata en 2011. Y ya la banda llegaba al clímax de la blakeana “En el baldío”, cuando el sonido del estadio se cortó en seco. “¡El ángel que te cuida/se está muriendo acá!”, gritó sorprendida la banda a coro con el público, y desapareció de escena para buscar una solución al problema.

El silencio eléctrico persistió unos cuantos minutos, bancados por los mismos de siempre con los típicos cantos de aliento de cada recital. Principalmente el campo de juego y una de las cabeceras se hicieron cargo del silencioso vacío del escenario. Hasta que La Renga volvió. “Un boludo pateó un cable. Siempre hay algún boludo”, dijo Chizzo antes de recomenzar una versión inyectada del tema que les había quedado trunco. La parada forzosa pareció acicatear a la banda, que volvió con una fuerza aún mayor a la que ya venía desplegando, y no bajó de ese nivel hasta terminar el show.

Los bises también se hicieron esperar bastante, casi media hora. De todas formas, nadie se movió. “Como saben que no nos vamos…”, dijo el cantante al volver, y arremetió con “El rito de los corazones sangrando”, añejo tema del segundo disco de la banda. Después del ardiente “En los brazos del sol” llegó el cierre de la noche en un frenesí tribal. “¿Y en qué lugar habrá consuelo para mi locura?”, se preguntaron juntas decenas de miles de almas, tal vez activando una respuesta en el mismo acto de acumular sus voces. Como siempre, La Renga se despidió con “Hablando de la libertad”, esa oda a las rutas que tanto abreva en Las enseñanzas de Don Juan, de Carlos Castaneda. El show finalizó cerca de la una de la mañana, después de una generosa lista de treinta temas.

Vienen más

En la cuarta fecha de esta serie de recitales, el 10 de agosto, Chizzo reclamó por la aparición de Santiago Maldonado, el joven desaparecido tras una manifestación mapuche en Chubut reprimida por Gendarmería. El pedido antecedió “Lo frágil de la locura”, un relato de reivindicación indígena producto de andanzas de los músicos por el norte argentino. Más temprano, el show había contado con un telonero de lujo, Alejandro Medina, el legendario bajista de Manal.

La banda anunció dos fechas más, para el 26 y el 30 de agosto. Las listas de temas vienen variando a cada recital en unas cuantas canciones, factor que incrementa la expectativa para repetir presencia. Además, los banquetes anteriores en la cancha de Huracán fueron posteriormente editados en DVD (Insoportablemente vivo, en 2001, y En el ojo del Huracán, en 2006, ambos con Pappo como invitado). Estos antecedentes alimentan la ilusión de un nuevo material audiovisual. Pero eso, por ahora, es hipotético. Lo concreto es que con esta múltiple convocatoria La Renga vuelve a dejar su huella en las páginas de la historia del rock argentino, ese que a tantos conmueve de este lado del charco.

 

Lista de temas del miércoles 2 de Agosto, Estadio Tomás Adolfo Ducó, Club Atlético Huracán

  1.  Tripa y corazón
  2. Nómades
  3.  A la carga mi Rock and Roll
  4. Almohada de piedra
  5. Mirada de acantilado
  6. Detonador de sueños
  7. Destino ciudad Futura
  8. El twist del pibe
  9. San Miguel
  10. Cuando vendrán
  11. Corazón fugitivo
  12. Blues cardíaco
  13.  Ser yo
  14.  Paja brava
  15. Cualquier historia
  16. Desnudo para siempre (o Despedazado por mil partes)
  17.  Hielasangre
  18. Al que he sangrado
  19. En el baldío
  20. Bien alto
  21. Arte infernal
  22. Oportunidad oportuna
  23. El rey de la triste felicidad
  24. Oscuro diamante
  25. El viento que todo lo empuja
  26. La razón que te demora
  27. El rito de los corazones sangrando
  28. En los brazos del sol
  29. El final es en donde partí
  30. Hablando de la libertad

Texto: Leonardo Cardozo

Fotos: Esteban Moreira y Leonardo Cardozo

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