Primer encuentro nacional de trabajadoras y trabajadores sexuales. Entrevista a Karina Núñez

Karina vive en Young, Río Negro, pero recorre más de 15 departamentos ejerciendo el trabajo sexual y “evangelizando” compañeras, como dice en tono de chiste. En sus recorridas por el interior, intercambia, escucha y alienta a las trabajadoras sexuales a pelear por sus derechos. Hoy es una de las referentes del movimiento de trabajadoras y trabajadores sexuales, que mañana, viernes 30 de noviembre, celebra su primer encuentro nacional.

El trabajo sexual en Uruguay hoy

De un total de 12.358 personas que figuran en el Registro Nacional de Trabajo Sexual, solo 80 están aportando a la seguridad social. Karina piensa que las trabajadoras no se afilian por falta de conocimiento acerca de la posibilidad de realizar aportes jubilatorios y por falta de empatía de los funcionarios del BPS. Según su experiencia en el interior del país, el organismo muchas veces no recibe a las trabajadoras sexuales.

En nuestro país, el trabajo sexual se rige por la ley N° 17.515, de 2002. Esta ley cuenta con un único decreto reglamentario (N° 480/003), que se limita a establecer las competencias de los ministerios de Salud Pública y del Interior.

Para Karina, esta ley está vetusta, y considera que actualizarla requiere de diálogo directo de legisladores y gobernantes con las personas que están ejerciendo el trabajo sexual. Según ella, es necesario, primero, que se cree una categoría laboral específica para las personas en ejercicio de trabajo sexual hoy están incluidas en la rama Industria y comercio. Segundo, que el sistema de aportes sea decreciente y escalonado por edades; es decir: a menor edad, mayor aporte y a mayor edad, menor aporte. Tercero, que para la jubilación se tomen en cuenta los primeros diez años de aporte.

Hoy en día, los aportes jubilatorios pueden hacerse bajo las figuras de empresa unipersonal o de monotributo. Esto implica que las personas que ejercen el trabajo sexual lo hagan en forma independiente. Sin embargo, Karina cuenta que, en muchos casos, el trabajo se ejerce en una modalidad de dependencia encubierta. “Si [en un prostíbulo] la persona te dice que tenés que trabajar de 19.00 a 7 de la mañana, ese es el horario que tenés que hacer. Si esa persona dice que no tenés días libres, tenés que trabajar de domingo a lunes”, explica.

En materia de acceso a la salud de las trabajadoras sexuales, lo que se practica actualmente son los controles sanitarios. Los resultados de estos controles se registran en las libretas de visita médica, que se otorgan en las policlínicas del trabajo sexual. Las libretas son un requisito para poder registrarse como trabajadoras sexuales. Este sistema está siendo revisado por el área de Salud Sexual y Reproductiva del Ministerio de Salud Pública. Karina cree que el organismo está trabajando el tema con seriedad y desde una perspectiva de derechos y que está tomando en cuenta los aportes realizados por las trabajadoras sexuales. Explica que una de las cosas que va a cambiar es que ya no se va a pedir libreta de visita médica, sino un carné de salud extendido. Esto implica ubicar los requisitos sanitarios exigidos a las trabajadoras sexuales en la misma categoría que los requisitos que se exigen al resto de los trabajadores.

El encuentro

Mañana, viernes 30 de noviembre, se celebra el primer encuentro nacional de trabajadoras y trabajadores sexuales. Karina habla del evento con mucha satisfacción. Cuenta que ya ha habido instancias previas de encuentro entre compañeras, pero este es un acontecimiento especial. Es abierto a todo público (con previa inscripción) y es de carácter nacional. La jornada tendrá una instancia de seminario en la mañana, con aportes de técnicos y de decisores de política, y un espacio para el encuentro y la discusión de las trabajadoras y trabajadores sexuales por la tarde.

Participarán en este espacio personas de 14 departamentos. De las alrededor de 40 trabajadoras sexuales que vendrán del interior, 14 nunca habían estado en Montevideo. Karina destaca la diversidad de quienes participan en términos de identidad de género, orientación sexual y edad desde los 22 a los 68 años.

Sobre sus expectativas respecto del encuentro, Karina dice: “Sinceramente, me gustaría que la actividad del viernes [por mañana] fuese la fundación del sindicato de trabajadoras sexuales. Pero nos encontramos con que hay algunas trabajadoras, unas compañeras, sobre todo de acá de Montevideo, que consideran que agremiarse no es la manera. Entonces veremos cuál es la forma jurídica que adoptaremos para seguir fortaleciéndonos como militantes por los derechos de todas las trabajadoras y los trabajadores sexuales en Uruguay”.

Nadie peleará nuestras luchas

Independientemente de la forma jurídica que tomen, el encuentro es un hito en la organización de las personas que ejercen el trabajo sexual. La lucha por los derechos laborales nunca es tarea fácil, pero menos aún en muchos de los contextos donde se ejerce el trabajo sexual.

Karina cuenta que, al principio, en sus viajes por el interior, le resultaba sencillo contactarse con las compañeras de las zonas que recorría. Pero a medida que se fue haciendo más conocida en el entorno, esos encuentros se volvieron más peligrosos. “Yo tengo que esperar que las compañeras se acerquen a mí, porque durante los primeros procesos hubo muchas compañeras que fueron golpeadas por sus proxenetas o fueron sacadas de las whiskerías, por juntarse conmigo. Porque decían que yo las alborotaba, que yo les metía cosas en la cabeza, y cosas así, que en cierta forma es cierto. Pero no puedo permitir que, por llevar adelante un ideal, a las compañeras se las termine golpeando”, explica.

Karina es una referente del movimiento de trabajadoras sexuales, pero no es la única. Entiende que se la fue poniendo como referente porque son pocas las compañeras que hablan y se muestran. Explica que cuando sale a hablar a los medios de comunicación, no habla para el público en general, habla para sus compañeras. “Que las compañeras se animen, que no es un cuco pelear por tus derechos. Es más, en la situación en que nosotras nos encontramos, es una obligación, porque el sistema nos está llevando contra las redes. Si nosotras no nos empoderamos de nuestro derecho único de ser y estar, nadie va a venir a pelearla por nosotras. Por lo menos nadie va a venir a pelearla desde la postura digna de guerrera. Siempre nos van a venir a buscar como las víctimas, como las pobrecitas. Yo no quiero llegar a ser víctima”, dice Karina.

Texto y foto: Fanny Rudnitzky

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