Iluminará

El salto tecnológico propone nuevas formas de acción y genera una debate directo con el pasado. Mariana Ingold, quien hace música desde el mítico año 1977, ahora está releyendo su camino por plataformas en línea. Desde su perfil de Bandcamp está promoviendo su legado. En tal movimiento genera nuevos elementos, como por ejemplo, Primer viaje, una recopilación de canciones cantadas junto con Eduardo Mateo.

Maldonado es la morada actual de Mariana; desde el este uruguayo dialogó con Radio Pedal. Las facilidades que supone el uso de internet fue uno de los tópicos, ya que iniciativas bien diversas como YouTube, Creative Commons o la previamente citada Bandcamp no habían sido pensadas en un mundo analógico. En aquel entonces, la industria discográfica manejaba los hilos sin discusiones por parte de artistas, que debían acatar los crueles tratos. Mariana hoy escoge la libertad que otorga internet, no precisa pasar por cuentos del pasado.

Con estas coordenadas sale Mateo y Mariana: primer viaje, una recopilación de colaboraciones musicales que se sucedieron sobre el cierre de los 80. Una heterogénea selección de 15 canciones que refuerzan las virtudes de Mateo y que marcan la pulsión de Mariana en el indomable arte de cantar y componer. Asimismo, la selección del material y su producción son elementos destacados en lo que parece el inicio de una tarea que promete más lanzamientos.

El amor y respeto por Mateo son el motor de la obra, que cuenta con canciones escritas por Mariana, otras por Mateo, versiones en vivo y demos para presentar a los estudios de grabación. En definitiva, un tesoro para el seguidor y una ventana para el primer escucha.

El inicio del disco es fabuloso, las primeras tres canciones son de Mateo, pero solo la primera tiene a Mateo en alma y cuerpo junto a Mariana. “La libélula” es un Mateo total, percusiones minimalistas, teclados subacuáticos, un manto de ensueño que seduce y una lírica terrestre a lo Walt Whitman.

“Adivinanza” fue registrada cuatro años después del fallecimiento de Mateo y contó con la participación de Osvaldo Fattoruso, entre otros. Palmas y el canto de Mariana comandan el segundo track del disco, experimentación gitana, quizá. Lo seguro es que el cierre no pasa desapercibido por los robustos teclados del ex Shaker. La experimentación parece ser una correcta etiqueta para el guitarrista de El Kinto, un payaso para muchos, y Mariana así lo entiende. También cree que personalidades como la de él son necesarias para todos. Si la sociedad es ancla el artista es vela.

En la misma tanda de “Adivinanza” se grabó “Siesta de mar de fondo”, un candombe solitario que confirma el vuelo artístico cuando las voces toman el control y el ambiente teatral se instala al galope de la intriga. Este tercer tema marca el pulso del disco; en varias de las 15 canciones el candombe pide permiso y así el tambor se postula como protagonista de muchas anécdotas. Mariana recuerda la gira por barrios de Montevideo junto con Mateo, Urbano Moraes y Lobo Núñez.

Los momentos felices estuvieron acompañados de la alegría del grupo y su arte por haberse tratado de una gira paga. Sin embargo, la incomprensión se plantó entre Mateo y la audiencia. Había rechazo a un sonido de vanguardia en instancias históricas de nula democracia; cuando Eduardo hacía un llamado al cosmos en forma de canciones, el terrorismo de Estado cerraba el puño. Irreconciliables energías que explican parcialmente la grieta entre artista y público.

El vuelo de Mateo se vuelve a manifestar en una canción de Mariana que cuenta con arreglos de Leo Maslíah. “Corazones solitarios”, sobre el cierre del álbum, tiene a un Eduardo Mateo clásico que se vuelve efervescente gracias al ambiente de máquinas que plantea el invitado, autor de “La papa frita” y de “Zanguango”, entre otras. La atmósfera ochentosa que pone Maslíah lleva al límite a un cantante que vivió cerca del límite.

Dos demos cierran el trabajo, y son ideales para los melómanos que deliran con ediciones alternativas. Mariana acota que el trabajo en guitarra de Mateo en el demo de “La libélula” es fabuloso; no hay cómo negar lo dicho.

Primer viaje es un trabajo de alta factura, tanto por la calidad de la tarea realizada como por lo que simboliza la difusión en Uruguay. Mariana Ingold y Eduardo Mateo giraron con Todo depende de la máquina del tiempo, un show que fue mágico y misterioso por todo lo vivido. Hoy, el universo digital nos permite acercarnos a parte de una historia que continúa.

Texto: Sebastián Penni

Foto: Bandcamp

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