Como ajíes

Para quienes somos de un país que suele estar muy bien posicionado en las diferentes listas que cada cierto tiempo se elaboran con el objetivo de reflejar la realidad en materia de estabilidad política, democracia y respeto a los derechos humanos, resulta complejo comprender lo que está sucediendo en Cataluña. Esto se debe más a la ajenidad que despierta un sentimiento independentista dentro de un país que a una interpretación cronológica de los hechos, basada en la información que circula.

Las frase llibertat presos polítics en sus más variadas presentaciones, las banderas catalanas y los lazos amarillos en solapas abundan en días en los que los 12 acusados (entre los que están el presidente de Esquerra Republicana de Catalunya y vicepresidente del Gobierno de la Generalitat, el ex presidente de la Asamblea Nacional Catalana, el ex consejero de la Presidencia y portavoz del Gobierno de Cataluña, la ex presidente del Parlamento y el activista por la independencia y presidente de una asociación cultural) transitan el inicio de un juicio que suscita interminables debates sobre la legalidad de lo ocurrido el 1-O. A esto hay que agregarle la aplicación del artículo 155 (que da potestad al Estado para aplicar ciertos “mecanismos” en caso de que una comunidad autónoma desoiga lo establecido en la Constitución) y las verdaderas razones que impulsan la realización de una larga instancia judicial que, se prevé, se prolongará por varios meses.

Sin entrar de lleno en la discusión sobre la primacía de lo político o de lo jurídico en esta clase de instancias (lo primero que tiendo a pensar en este caso es que esa división artificial, que debe rechinar en los oídos de independentistas declarados pero también en los de aquellos que creen que las herramientas jurídicas suelen utilizarse con fines políticos), resulta interesante ver la utilización que algunos partidos políticos están haciendo de lo ocurrido en tierras catalanas.

El 13 de este mes, el Congreso rechazó los Presupuestos Generales del Estado, lo que obligó al gobierno del socialista Pedro Sánchez a convocar elecciones anticipadas, fijadas para el 28 de abril. Así, las “tres derechas” (PP, Ciudadanos y Vox) han visto que su trabajo ha dado frutos, aunque por ahora sean parciales. Hasta ahí, repasamos lo que está sucediendo en la arena política española refiriéndonos a las agrupaciones que encarnan el muy conocido bipartidismo.

La negociación de estos presupuestos tuvo en los catalanes a un actor de mucha relevancia: hasta último momento estaba en duda si apoyarían o no la propuesta económica del Gobierno central, algo que finalmente no sucedió.

¿La principal causa? No lograron llegar a un acuerdo con Sánchez respecto a los requerimientos presentados por Cataluña. De esta manera, el bloque conservador viene acusando a los socialistas de usar a los representantes catalanes como “moneda de cambio”. Mientras, el juicio prosigue, las opiniones sobre el procedimiento continúan divididas y se hace difícil imaginar en qué desembocarán los hechos actuales.

Se ha dicho que, históricamente, el movimiento independentista de Cataluña ha estado sujeto, en cierta medida, a quién esté en el Gobierno central (la aplicación del artículo 155 se hizo mientras gobernaba la derecha, que son quienes en época electoral se presentan como los únicos constitucionalistas, por oposición al resto de los partidos). Qué ocurrirá con los líderes (Oriol Junqueras es el preso por el que se pide la condena más larga, mientras que Carles Puigdemont continúa en el exilio) no puede saberse. Tampoco es posible responder a la pregunta de qué nivel de confrontación se mantendrá en torno al tema, sobre todo si se piensa en los cambios que podría deparar el triunfo de uno u otro partido en las elecciones generales.

Si algo puede concluirse es que el componente territorial (y económico, claro está) seguirá teniendo un enorme peso en los reclamos y las decisiones que marquen el rumbo, y de paso, van a hacer más evidente una polarización que se empeña en sus objetivos particulares, obviando o relegando debates que aborden otros temas urgentes (al menos para algunos sectores de la ciudadanía). De continuar por ese camino, se sigue en un laberinto compuesto por resabios constitucionales heredados pero que siguen muy vivos, la necesidad de mantenerse en el poder y la exigencia de autodeterminación de la que es, casualmente, una de las comunidades autónomas más ricas del país.

 

Texto: Facundo Berterreche
Foto: Anticapitalistes.net

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